“Consumidores somos todos”

“El Estado Tiene la especial obligación de estar alerta en lo que se
refiere a las necesidades de los consumidores y de hacer
progresar sus intereses”.
Discurso de JFK. 15 DE MARZO DE 1962.
Discurso que John Fitzgerald Kennedy pronunció ante el Congreso de
los Estados Unidos, donde destacó la universalidad del concepto de
consumidor.
Traducción del discurso
(Introducción)
“Consumidores, por definición, somos todos. Son el grupo mayoritario de
la economía, afectando y siendo afectados por la práctica totalidad de las
decisiones económicas públicas y privadas. Dos tercios del gasto total en la
economía provienen de los consumidores. Pero son el único grupo importante
en la economía que no están organizados eficazmente, cuya opinión es a
menudo ignorada.
El Gobierno Federal –por su condición el principal portavoz en nombre
de todos– tiene la especial obligación de estar alerta en lo que se refiere a las
necesidades de los consumidores y de hacer progresar sus intereses. Desde la
entrada en vigor de la legislación de 1872 para proteger a los consumidores de
los fraudes relativos al uso del correo de los Estados Unidos, el Congreso y el
Poder Ejecutivo han estado de manera progresiva al corriente de su
responsabilidad para hacer realidad que la economía de nuestra Nación esté al
servicio de los intereses de los consumidores de una forma idónea y adecuada.
En lo fundamental, les ha beneficiado extremadamente bien. Cada
generación sucesiva ha disfrutado de mayores ingresos y una más rica variedad
de bienes y servicios. Resultado de esto es que nuestro nivel de vida es el mejor
del mundo – y, en menos de 20 años, mejorará otro 50%–.
Siendo tan afortunados, no podemos sin embargo permitirnos el derroche
en el consumo al igual que no podemos permitir la ineficiencia en los negocios
o en el Gobierno. Si los consumidores reciben productos inferiores, si los
precios son exorbitantes, si los medicamentos son inseguros o ineficaces, si el
consumidor no es capaz de decidir partiendo de la información, entonces
estamos tirando su dinero, su salud y seguridad pueden estar amenazadas, y el
interés nacional sufre. Por otra parte, el creciente esfuerzo para hacer el mejor
uso posible de sus ingresos puede contribuir mejor al bienestar de la mayoría
de las familias que el esfuerzo equivalente de incrementar los mismos [los
ingresos].
La evolución de la tecnología – afectando por ejemplo a los alimentos
que consumimos, las medicinas que tomamos y muchos de los
electrodomésticos que usamos en nuestros hogares– ha incrementado las
dificultades del consumidor al tiempo que sus oportunidades; y ha invalidado
mucha de la legislación anterior y hecho necesaria una nueva regulación. El
supermercado típico de antes de la II Guerra Mundial almacenaba en torno a
1.500 productos alimenticios distintos, una cantidad impresionante como se
mire. Pero en la actualidad maneja en torno a los 6.000. El 90% de las recetas
médicas que se emiten actualmente son de medicinas que eran totalmente
desconocidas hace 20 años. Muchos de los nuevos productos de uso diario en
los hogares son altamente complejos. Se requiere al ama de casa para que sea
un electricista amateur, o un mecánico, químico, toxicólogo, dietista y
matemático, pero en raras ocasiones se le proporciona la información que
necesita para desempeñar estas tareas adecuadamente.
La comercialización es cada vez más impersonal. La decisión del
consumidor se ve influenciada por la publicidad masiva que utiliza
mecanismos de persuasión altamente desarrollados. Normalmente el
consumidor no puede saber si la elaboración de las medicinas reúne los
estándares mínimos de seguridad, calidad y eficacia. Normalmente tampoco
sabe cuánto paga por los préstamos al consumo; si una comida preparada tiene
mayor poder nutritivo que otra; si el resultado de un producto satisfará sus
necesidades; o si el “paquete tamaño económico” es realmente una ganga.
La mayoría de los programas emanados de esta Administración –por
ejemplo la expansión del comercio mundial, la mejora de las prestaciones
médicas, la disminución de impuestos a los viajeros, el refuerzo de los
transportes colectivos, el desarrollo de las áreas de conservación y recreativas y
la energía más barata– son de incumbencia directa o inherente a los
consumidores. Necesitamos acción legislativa y administrativa adicional, no
obstante, si el Gobierno Federal tiene que hacer frente a su responsabilidad de
cara a los consumidores en el ejercicio de sus derechos. Éstos incluyen:
1) El derecho a la seguridad, a ser protegidos contra la
comercialización de productos que sean peligrosos para la salud o la vida.
2) El derecho a la información, a ser protegidos contra la información,
publicidad, etiquetado, o cualesquiera otras prácticas fraudulentas, engañosas o
básicamente confusas, y a que le sean suministrados todos los hechos que
necesita para tomar una decisión basada en la información.
3) El derecho a elegir, a que se le asegure, siempre que sea posible, el
acceso a una variedad de productos y servicios a precios competitivos; y en
aquellos sectores en los que la competencia no es operativa y la regulación
gubernamental es reemplazada, la seguridad de una calidad y servicio
satisfactorio a los mejores precios.
4) El derecho a ser oídos, a tener la seguridad de que los intereses de
los consumidores serán tenidos de total y comprensivamente en consideración
la elaboración de las políticas del Gobierno, y a un tratamiento adecuando y
ágil en los tribunales administrativos.
Para promover el mayor cumplimiento de estos derechos de los
consumidores, es necesario que los programas vigentes del Gobierno sean
reforzados, una mejora en la organización gubernamental, y, en determinadas
áreas, que se implemente nueva legislación.

I. REFORZAMIENTO DE LOS
PROGRAMAS VIGENTES
Esta Administración ha promovido una amplia gama de acciones
concretas para reforzar los programas actualmente en vigor. Los mayores
progresos se han conseguido o están camino de hacerlo en muchas áreas
importantes. Y el presupuesto de 1963 incluye

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